Viajar a Perú ya no es solo recorrer ruinas incas o perderse en la magia de Cusco. Es también —y cada vez más— sentarse a la mesa y descubrir una cocina que combina historia, biodiversidad y creatividad.
En 2025, el país fue elegido como el mejor destino gastronómico de Sudamérica por la revista Condé Nast Traveller, y su restaurante Maido, dirigido por Mitsuharu “Micha” Tsumura, fue coronado como el mejor del mundo por el prestigioso ranking The World’s 50 Best Restaurants.
La cocina peruana es una fusión viva. Indígena, española, africana, china, japonesa: todas esas influencias conviven en platos que sorprenden por su sabor y técnica. El ceviche, plato bandera, combina pescado fresco, jugo de limón, ají limo, cebolla morada y cilantro, y se sirve con camote y choclo. Pero hay mucho más.
Entre los platos más característicos se destacan:
Ají de gallina: pollo desmenuzado en una crema de ají amarillo, nueces y pan remojado.
Lomo saltado: carne salteada con cebolla, tomate y salsa de soja, servido con papas fritas y arroz.
Papa a la huancaína: papas hervidas con una salsa de queso, leche y ají amarillo.
Anticuchos: brochetas de corazón de res marinadas en vinagre, ají panca y especias, cocinadas a la parrilla.
Causa limeña: puré de papa amarilla con limón y ají, relleno de pollo, atún o mariscos.
Los ingredientes clave de esta cocina son ají amarillo, rocoto, papa nativa, maíz morado, quinua, pescado fresco, camote, limón peruano y huacatay, una hierba aromática que da identidad a muchas preparaciones.
La experiencia gastronómica peruana no se limita a los platos. Es también una forma de entender el territorio: desde la costa hasta la Amazonía, pasando por los Andes, cada región aporta sabores únicos. Y los chefs peruanos, como Gastón Acurio, Virgilio Martínez y Micha Tsumura, han llevado esa diversidad al mundo con propuestas que combinan técnica, emoción y respeto por el origen.
Perú no solo alimenta el cuerpo: alimenta la imaginación. Y si Machu Picchu es su postal, Maido es su manifiesto. Porque en cada bocado, hay historia, identidad y futuro. Y en cada viaje, una mesa que espera ser descubierta.