Un grupo de científicos chilenos viene hace varios años tras la pista de un curioso fenómeno que lleva al sol como principal protagonista, el cual podría afectar la vida humana con catastróficas consecuencias.
Hace 150 años atrás, un hecho de similares características ocurrió en la Tierra denominado como “Evento de Carrington”, siendo lo más parecido que nuestra raza pudo evidenciar a causa del sol y sus tormentas.
Por esas épocas, la aurora solar quedo en evidencia en todo el planeta e incluso algunos reportes daban cuenta de que era posible leer el diario de noche producto del resplandor.
Sin embargo, esta tormenta solar imposibilitó las comunicaciones, echando a perder las líneas de los telégrafos. Luego, el 2003, algo similar volvió a ocurrir provocando un apagón en el hemisferio norte, afectando la red de Internet por varios días.
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Ahora, la pista que sigue este equipo de investigación chilena nos da la pauta que un evento de similares características podría volver a ocurrir dentro de lo que le queda al 2023 o durante el 2024 con consecuencias catastróficas.
Para la especulación, solo vasta pensar la globalización de los sistemas de comunicación que existían hace 150 años atrás con el Evento de Carrington”, o en el 2003 con la primera expansión del Internet. Eso sin dudas ha ido evolucionando dejando abierta la posibilidad de que el sol y su geotormenta nos devuelvan sin escalas a la Edad Media.
Las causas de la tormenta de sol
En base a las investigaciones científicas, las llamaradas producidas por el sol se propagarían hacia el planeta golpeando el campo magnético y desencadenando una tormenta geomagnética que, de ser muy intenso, podría tener efecto en las comunicaciones o sistemas eléctricos a nivel global.
“Si una tormenta de ese tipo ocurriese el día de hoy, es probable que se produzcan cortes de electricidad por varias horas debido a la sobrecarga del tendido eléctrico por la corriente eléctrica inducida. También cortes en las comunicaciones y televisión, lo que resultaría en pérdidas económicas significativas” explica Paula Reyes, investigadora de la Universidad de Chile, parte del equipo que viene siguiendo la pista de la actividad del sol.