Con la temporada de calor encima el aire se renueva y con él, algunos nuevos visitares se suman a la cotidianeidad. Tal es el caso de los grillos que aprovechan la oscuridad de la noche para deleitarnos con sus cantos.
Pero además de ser un sinónimo de paz, naturaleza y tranquilidad, el canto de los grillos esconde un propósito secreto, por lo menos al oído humano.
En este artículo te vamos a contar que hay más allá del particular sonido del grillo y cual es la razón principal por el cual lo emiten cada noche.
Supervivencia
Según la Universidad de Bristol en el Reino Unido, la finalidad de un grillo al cantar esta relacionado con su poder de atracción para sus potenciales parejas.
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Ellos se suelen esconder en madrigueras que pueden llegar a medir hasta cincuenta centímetros y no solo les sirve como refugio, sino que desde su entrada se colocan para llamar a las hembras.
Por otra parte, escuchar el canto de este insecto puede ser cotidiano para muchos de nosotros, pero no lo es tanto el hecho de conocer su ubicación.
Esto se debe a que el grillo tiene una amplia longitud de onda que permite emitir el sonido a distancias considerables. La hembra al captarlo, identifica no solo la ubicación sino que hasta puede llegar a reconocer cual será el tamaño de su posible compañero.
Cuestión de tamaño
Teniendo en cuenta algunos estudios realizados sobre esta especie, cuando el canto es mayor, también lo será el tamaño del grillo. En resumidas palabras, su mensaje sería “estoy aquí y soy grande”.
Si bien la raza humana todavía continúa discutiendo la importancia del tamaño, en el mundo de los grillos es un dato más que importante dado que aquellos más grandes poseen más habilidades a la hora de recolectar recursos, algo que la hembra no pasará por alto.
No obstante, pese a que la finalidad de su canto solo está relacionada a la preservación de la especie, lo cierto es que los hombres han dado distintos significados a los sonidos emitidos por los grillos. Entre ellos, representan augurios de prosperidad y buena fortuna, convirtiéndolos en un compañero de la suerte, más allá de su tamaño.