El fútbol argentino se prepara para una nueva edición del superclásico, y esta vez el contexto lo convierte en una batalla emocional y estratégica. El domingo 9 de noviembre, en La Bombonera, Boca Juniors y River Plate se medirán por la fecha 15 del Torneo Clausura 2025, en un duelo que puede marcar el cierre simbólico del año para ambos.
Por un lado, Boca llega en alza. Tras un 2025 marcado por la irregularidad, la eliminación de Libertadores en manos de Alianza Lima y cambios en el cuerpo técnico tras la triste partida de Miguel Ángel Russo, el equipo logró recomponerse en las últimas fechas, con un esquema más sólido, una defensa firme y un mediocampo que recuperó intensidad. La figura de Leandro Paredes, junto a la irrupción del Changuito Zeballos, le dio al equipo una nueva dinámica ofensiva. Además, el Xeneize está virtualmente clasificado a la Libertadores 2026, lo que le permite jugar sin la presión del resultado.
En cambio, River atraviesa su peor momento del año. El equipo de Marcelo Gallardo, que regresó al club tras el despido de Martín Demichelis, no logró consolidar un estilo ni justificar el costoso mercado de pases, que incluyó nombres como Juanfer Quinteros, Galarza Fonda y Juan Portillo. La derrota ante Gimnasia dejó al Millonario muy complicado en la zona de clasificación a la Libertadores, y el superclásico aparece como última chance de redención para un Muñeco que tiene la cuerda cada vez más corta con la hinchada.
La tensión también se vive en el banco. Gallardo, que supo ser intocable, hoy enfrenta críticas internas y externas, con rumores de desgaste y falta de conexión con el plantel. En Boca, Claudio Úbeda consolidó su lugar como DT provisorio y podría ser ratificado si el equipo mantiene el nivel y consigue ser campeón del torneo.
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¿Qué puede ocurrir en el superclásico? Todo. Porque más allá de los momentos, el partido tiene una lógica propia, donde el estado anímico, la presión del estadio y los detalles definen el resultado. Boca buscará imponer su ritmo desde el inicio, mientras que River intentará recuperar su identidad a través de la posesión y el juego asociado.
Será un duelo de contrastes, de urgencias y de símbolos. Y como siempre, el superclásico no solo define puntos: define narrativas, estados de ánimo y futuros posibles. El domingo, La Bombonera será escenario de una historia que puede cambiar el rumbo de dos gigantes.