La cita es mañana, pero la emoción ya se vive desde hace días. Racing Club recibirá a Flamengo en el partido de vuelta por las semifinales de la Copa Libertadores 2025, y el Estadio Presidente Perón será el escenario de un recibimiento que promete ser el más impactante de la historia del club.
El pedido lo hizo el propio Gustavo Costas, en un audio que se volvió viral: “No importa que nos cobren un palo de multa, me chupa un huevo. Tiremos la cancha abajo. Los vamos a pasar por arriba”. La frase encendió a la hinchada, que ya comenzó a movilizarse con banderas, mosaicos, papelitos, globos y una logística que incluye más de 50 agrupaciones coordinadas para armar una fiesta visual y sonora sin precedentes.
La Conmebol prohíbe el uso de bengalas, humo y pirotecnia, pero la pasión no entiende de reglamentos. En las inmediaciones del estadio, el banderazo del lunes por la noche fue una muestra de lo que se viene: miles de hinchas coparon la calle Diego Milito, cantaron, colgaron trapos y despidieron al plantel con una energía que ya se siente como combustible.
Este tipo de recibimientos tiene antecedentes memorables en la historia de la Copa Libertadores. Entre los más épicos:
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Boca Juniors vs. River Plate (semifinal 2004): La Bombonera explotó con papelitos, bengalas y un mosaico azul y oro que cubría toda la popular.
River Plate vs. Gremio (2018): El Monumental se tiñó de rojo y blanco con una puesta en escena que incluyó humo, luces y una ovación que duró más de cinco minutos.
Flamengo vs. River (final 2019 en Lima): Aunque en campo neutral, los hinchas brasileños llevaron una marea roja que convirtió el estadio en una sucursal del Maracaná.
Atlético Nacional vs. Rosario Central (2016): En Medellín, los colombianos recibieron al equipo con una coreografía de luces y cánticos que se extendió durante todo el primer tiempo.
Ahora, Racing quiere escribir su propia página. El equipo llega con la necesidad de remontar el 0-1 sufrido en Brasil, pero con la convicción de que el Cilindro puede ser el jugador número 12. Costas lo sabe, la gente lo siente, y la Libertadores lo espera.
Mañana no será solo un partido. Será una ceremonia de fe, de fuego y de fútbol. Y si el recibimiento es como lo imaginan, la historia de Racing tendrá un nuevo capítulo escrito con papelitos, cantos y esperanza.