La noticia sacudió al ascenso argentino: Leones Fútbol Club, institución rosarina presidida por Matías Messi, fue afiliada directamente por la AFA y comenzará a competir en la Primera C desde la temporada 2026. Fundado en 2015 y con sede en Alvear, a 14 kilómetros de Rosario, el club fue aceptado sin pasar por el Torneo Promocional Amateur, instancia obligatoria para los equipos indirectamente afiliados.
La decisión, oficializada en el Boletín N°6752, marca un precedente histórico: en las últimas cuatro décadas, apenas dos clubes lograron ingresar directamente al sistema profesional sin transitar las divisiones regionales. Pero lo que distingue este caso no es solo el trámite, sino el peso simbólico y mediático de quien está detrás del proyecto: Lionel Messi, el máximo ídolo del fútbol argentino, ahora también inversionista y promotor institucional.
La diferencia es abismal. Mientras cientos de clubes luchan por sostenerse, conseguir infraestructura y escalar desde el amateurismo, Leones FC accede a un lugar privilegiado por su capacidad de financiamiento, contactos políticos y proyección internacional. La relación cercana entre Messi y Claudio “Chiqui” Tapia, presidente de AFA, también fue clave en la aprobación.
El impacto va más allá del ascenso. La presencia de Messi como figura institucional reconfigura el mapa del fútbol argentino, abre la puerta a nuevos modelos de gestión y plantea interrogantes sobre la equidad deportiva. ¿Qué pasaría si otros ídolos replicaran el modelo? ¿Puede el fútbol argentino sostener una estructura donde el peso de una figura acelera procesos que otros tardan décadas en lograr?
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Desde Leones FC aseguran que el proyecto busca formar jugadores, promover valores y generar oportunidades en la región, con una estructura que incluye predio propio, cuerpo técnico profesional y vínculos con academias internacionales. Pero el debate está abierto: ¿es esta una democratización del fútbol o una concentración de poder?
Lo cierto es que Lionel Messi ya no solo juega: ahora también construye clubes. Y en ese gesto, el fútbol argentino se enfrenta a una nueva era, donde el apellido más grande del deporte nacional empieza a escribir su legado desde otro lugar.