El tenis profesional vive una metamorfosis silenciosa pero contundente. Este fin de semana, Jannik Sinner volvió a coronarse en el Six Kings Slam, torneo de exhibición disputado en Riad, Arabia Saudita, y se llevó un premio de 6 millones de dólares, el más alto jamás entregado en la historia del deporte.
El italiano, número 2 del mundo, venció a Carlos Alcaraz por 6-2 y 6-4 en una final que, aunque no otorga puntos ATP, reunió a seis de las principales figuras del circuito: Sinner, Alcaraz, Djokovic, Zverev, Tsitsipas y Fritz. En 2024, Sinner ya había ganado la primera edición del torneo, también ante Alcaraz, embolsando otros 6 millones. En total, 12 millones en dos años, una cifra que supera ampliamente lo que otorgan dos Grand Slam combinados.
El certamen se disputa en el ANB Arena de Riad, con producción de lujo, transmisión global y una atmósfera que mezcla espectáculo y exclusividad. Pero lo que realmente llama la atención es el origen del financiamiento: el torneo es parte de la estrategia de expansión deportiva de Arabia Saudita, que ya invirtió en fútbol (Liga Saudí, fichajes millonarios), golf (LIV Tour), boxeo y Fórmula 1.
La irrupción del capital árabe en el tenis plantea desafíos y oportunidades. Por un lado, permite premios inéditos, infraestructura de primer nivel y difusión internacional. Por otro, genera tensiones con los organismos tradicionales como la ATP, que aún no reconoce oficialmente el torneo, y con jugadores que debaten entre el prestigio deportivo y la recompensa económica.
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Sinner, por su parte, se mostró agradecido y enfocado: “Es un honor jugar aquí, con este nivel y esta energía. El tenis está cambiando, y nosotros somos parte de eso”, declaró tras el triunfo.
El Six Kings Slam no es solo un torneo: es un síntoma. El deporte global se redefine bajo nuevas reglas, y el tenis, como el fútbol, ya no gira solo en torno a los Grand Slam. En Riad, el dinero habla. Y Sinner, por ahora, escucha.